viernes, 28 de diciembre de 2018

Bruselas y Amberes

Viaje sorpresa por mi cumpleaños y no se me ocurre mejor destino para pasar unos días en torno a las navidades que las ciudades de Bruselas y Amberes y su gran ambiente navideño.

28 de diciembre: A media tarde tomaríamos nuestro vuelo con Brussels Airlines llegando a primera hora de la noche al aeropuerto de Bruselas. Desde allí, parten varios cercanías al centro de la ciudad con bastante periodicidad y en unos 20 minutos estaríamos ya en la ciudad. Desde allí, andaríamos unos 10 minutos cuesta arriba (muy cuesta arriba) hasta el hotel. 

Tras el check-in y un rápido vistazo a la habitación, nos iríamos a cenar pues ya era muy tarde y temíamos que ya hubiera cerrado la cocina. Fuimos a un restaurante que nos había recomendando en el hotel, pero fue un absoluto fiasco, así que mejor ni nombrarlo. Al menos pudimos cenar tarde, que eso en Bruselas no debe ser muy habitual.

Y poco más daría este día pues ya eran cerca de las 12 de la noche y nos fuimos a descansar y ya mañana empezaríamos con el turismo a tope.

29 de diciembre: Nuestro primer día completo en la ciudad y ¡mi cumple!. La mañana la dedicaríamos a visitar la ciudad. En esta época tiene muchísimo ambiente con multitud de puestos navideños en distintas plazas. Sin duda la zona monumental por excelencia es la Grand Place, en Navidad se encuentra decorada con un belén y un árbol.
Grand Place

Grand Place
Belén en Grand Place
En esta plaza no hay que perderse el espectáculo de luces y música que tiene lugar a varias horas del día, muy bonito. Esto lo veríamos al día siguiente, por la mañana fuimos recorriendo las zonas donde había mercados de Navidad. En ellos puedes encontrar también varios puestos de comida. 

En la zona de la Bolsa nos compramos un plato típico pero luego nos fuimos a comer a un local pues hacía bastante frío hoy por la mañana para estar a gusto comiendo en la calle. Tras una sopa y unos mejillones, seguimos nuestro pequeño recorrido, tomando un gofre.
Bolsa
Mercadillos navideños
Por supuesto no podría faltar la visita al famoso Manneken Pis, la pequeña pero icónica fuente.
Manneken Pis
No teníamos mucho tiempo después de la comida pues a las 15:30 tenía una sorpresa y era un tour de chocolate y cerveza. El tour es altamente recomendable (es en inglés). Te cuentan un poco historia y curiosidades de la ciudad, como por ejemplo que el Manneken Pis lo suelen disfrazar con distintos trajes típicos. Te explican la historia de su chocolate y puedes visitar varias chocolaterías donde degustar varios bombones y un chocolate caliente. Pensábamos que no probaríamos tantos, pero al final tuvimos que pedir que nos los pusieran en una bolsa para llevar pues no podíamos ya con más.

Chocolate durante el tour
Chocolate durante el tour

La segunda parte del tour está también muy bien, pues te llevan a visitar un local moderno donde degustar un par de cervezas actuales y otras dos tabernas con más encanto y disfrutar de varias cervezas típicas belgas. También te dan un tentempié a la mitad.
Cervezas durante el tour

Cervezas durante el tour
Es una curiosa experiencia donde se mezcla historia, gastronomía y poder conversar con gente de distintas nacionalidades. Totalmente recomendable.

Tras el fin oficial del tour nos quedamos un poco más en la última taberna, donde me invitaron a otra cerveza por mi cumpleaños y luego nos iríamos con tres chicas del tour a cenar a un local recomendado por el guía.

Al finallizar la cena, ya nos daríamos por satisfechos con el intenso día y volveríamos a nuestro hotel a descansar.

30 de diciembre: Tras un buen desayuno en el hotel, nos dirigimos a la estación de trenes pues hoy queríamos visitar la cercana ciudad de Amberes. Tras comprar los billetes en las máquinas de la estación en aproximadamente una hora ya estaríamos en la ciudad.

En ella, no hay que irse muy lejos para empezar a disfrutarla, pues la estación en sí es bastante monumental.
Interior de la estación de Amberes
Estación de Amberes
Recorriendo la calle principal (Avenida Meir) que se encuentra nada más salir de la estación llegamos a la zona central de la ciudad. En ella destaca también la Groenplaats. Una pena que la fachada del ayuntamiento estuviera de restauración, aunque al menos la lona que la tapaba intentaba que no perdiera todo el encanto. Toda la plaza estaba llena de puestos navideños de todo tipo, muy parecido a Bruselas.

Mercados navideños en Amberes
Escultura frente a la Catedral

GroenPlaats
GroenPlaats
Destaca también la imponente Catedral gótica. Nosotros sólo la vimos por fuera pues había muchísima gente para entrar y decidimos conformarnos con visitarla por fuera.

Otra visita interesante, cerca de la plaza mayor es la Iglesia de San Carlos Borromeo.
Iglesia San Carlos Borromeo
Finalmente, el resto de la mañana estuvimos paseando la zona del puerto, donde se encuentra el Castillo Het Steen, también en reconstrucción cuando fuimos (¡qué pena!). Aún así el paseo en Navidad es muy agradable pues también se encuentra llena de puestos navideños.

Tras este paseo por la ciudad nos fuimos a comer a Ernest Bistro, donde teníamos reserva. Los camareros muy atentos y la comida y la cerveza bastante buena. De precio es bastante asequible para el país.

Tras comer seguimos paseando las calles del centro hasta llegar a la Casa de Rubens, optamos por no pagar la entrada de 10 euros para visitarla porque tampoco es que seamos muy fans del pintor.

Así que tras un último paseo por la ciudad donde visitamos la chocolatería The Chocolate Line, que merece la pena pues se encuentra en el interior de un palacio y se puede ver la línea de fabricación del chocolate.
Chocolatería The Chocolate Line
Y con esto, ya nos dirigimos de vuelta a la estación. Justo en un lateral (donde el zoo) se encontraba la fiesta china de la navidad, donde la entrada era una gran puerta iluminada y en su interior había alguna escultura de luces más. Interesante fijarse en el edificio que está enfrente pues el jinete de la azotea va montado el camello.
Fiesta china
Fiesta china
Y si más dilación entramos en la estación, nos compramos un par de gofres y ya regresamos a Bruselas.

En la ciudad, iríamos a echar un vistazo a su Catedral, que también nos conformamos con ver por fuera pues ya estaba cerrada.

Catedral de Bruselas
Seguiríamos paseando el centro de la ciudad, ¡con muchísima animación en sus calles! Llegaríamos a la Grand Place donde disfrutaríamos del espectáculo de luz y música, y seguiríamos paseando las zonas navideñas pues hay varios espectáculos repartidos por la ciudad (de menor calidad pero también interesantes).
Espectáculo de imagen y música en la Grand Place

Proyección navideña
También fuimos a visitar la menos famosa Jeanneke Pis, una fuente también donde es una niña la que está orinando. Se encuentra en un callejón con mucha vida y varios pubs, por lo que nos costó un poco de esfuerzo llegar hasta ella.
Jeanneke Pis
Cenamos una gran baguette de salmón cocinado a la leña en una de las casetas (misión casi imposible encontrar sitio en un restaurante) y tras un poco de paseo más ya nos volveríamos al hotel a disfrutar de nuestra última noche de viaje.

31 de diciembre: Hoy ya nos volvíamos a Madrid, a celebrar la Nochevieja con la familia, así que sólo disponíamos de unas pocas horas antes de tomar el vuelo de regreso. Lo aprovechamos para tomar el metro rumbo a la estación de Heizel, pues es la estación más próxima al Atomium. Si se dispone de tiempo está bien acercarse a echarle un ojo. Nosotros no subimos a ningún mirador, pues se nos hacía bastante caro, el día estaba nublado y tampoco teníamos mucho tiempo, así que nos conformamos con hacer varias fotos y de vuelta a Bruselas. Una vez allí, teníamos pendiente un par de visitas.
Atomium
La primera es al impresionante edificio del Palacio de Justicia. Fue un poco chasco porque es inmenso y parece bonito, pero estaba completamente lleno de andamios por todos los lados, por lo que tampoco lo pudimos disfrutar mucho. 

La segunda y última visita se encuentra muy cerca y se encuentra en el barrio de Sablon. Ahí destaca la Iglesia de Notre-Dame du Sablon y enfrente el pequeño pero coqueto parque de Petit Sablon.
Iglesia de Notre-Dame du Sablon desde los jardínes
Y ya no teníamos más tiempo, así que volveríamos al hotel a hacer el check-out y antes de tomar el cercanías al aeropuerto pasamos por un pequeño Carrefour a comprar un par de ensaladas y unas galletas para la comida.

Tras 20 minutos estaríamos en el aeropuerto y tras el pase por la seguridad nos comimos nuestras ensaladas esperando la salida del vuelo que saldría con algo de retraso, pero  afortunadamente no mucho.